jueves, 13 de agosto de 2015

El escritor

Estaba sucio, o eso olía, con el tetra brik de vino en la mano, los ojos muy redondos, un bañador largo de los que llegan a las rodillas estampado con flores tropicales y en los pies mocasines de un lejano invierno; hablaba con autoridad:
“A ver. Soy básicamente un escritor. Sin obra y con faltas de ortografía. Entonces, quizás, lo mejor que puedo hacer es ser un escritor oral. Cada vez que se me requiera, construir un obra hablada. Algo coloquial, erudito, fabuloso, intimista....pero oral.
Escribir en el aire una obra volátil, sutil, inexpuesta, incolora, inodora, fugaz....oral.
Cada vez que se me presente empezar mi carrera presentando mi genial labial, toda la biblioteca propia en un par de cuentos, en algo que se cuenta, en unos cuantos gestos o recuerdos o inventos...algo que se pueda exponer de forma oral.
En vez de escribir hablar, teclear en brisa lo que pueda soñar, soplar palabras, encajar en un viento los capítulos que vaya construyendo, hacer estructura con lo que oiga a la concurrencia, y ver si firmo las trazas y edito la ocurrencia.
Si, ser escritor....pero oral".

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